Queremos compartir nuestra experiencia como maestras jardineras en formación.
Estamos transitando un momento de nuestras vidas sumamente importante, construyendo los cimientos de nuestro futuro en la docencia.
Este año dimos un gran paso al realizar nuestras primeras prácticas en la sala. Los momentos previos fueron de total pánico, no sabíamos con qué nos ibamos a encontrar, que tal sería el grupo y la docente, si los niños nos aceptarían, incluirían y harían caso. Estábamos completamente perdidas y sin saber qué esperar.
Sin embargo, todas estas sensaciones negativas parecieron desaparecer mágicamente cuando los pequeños se acercaron entusiasmados a nosotras para preguntarnos nuestros nombres, contarnos los suyos y al mostrarse felices con nuestra presencia allí.
Poco a poco comenzamos a participar del quehacer diario de la sala y a internalizarnos en lo que realmente es ser maestra.
Sabemos y hemos comprobado que no es una tarea fácil. Requiere de mucho esfuerzo, trabajo y un desgaste físico que nadie se imagina cuando te preguntan: ¿Qué estudias? Y al responder “Maestra Jardinera” te miran con una sonrisa y acotan algo así como: “que liiiindo, pero ¿qué haces?, ¿vas a jugar?” u otros agregan: “¿Vas a aprender a recortar goma eva?” Nadie sabe lo que implica ser maestra, incluso nosotras no eramos totalmente concientes de la responsabilidad que este título implica hasta que estuvimos en este lugar.
No queremos que suena a queja ni nada parecido porque, más allá de todo el trabajo que se requiere para ser docente es, sin lugar a dudas, una experiencia única que brinda una gratificación incomparable, no monetaria como ya se sabe (jaja), pero sí espiritual y anímica, que creemos es lo más importante.
Nada se compara con la felicidad que provoca un: “seño te quiero” y no hay nada que nos llene más que ver en los rostros de los niños una gran sonrisa.
Es por todo esto que podemos decir que somos felices de estudiar lo que estudiamos y que ansiamos algún día poder estar a cargo de una sala y brindarles a los pequeños lo mejor de nosotras y todo lo que esté a nuestro alcance para hacer que su paso por el jardín de infantes sea una experiencia grata e inolvidable y que puedan aprender jugando, lo cual es fundamental a esta edad.
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